Regulatory Sandbox

Un espacio de pruebas controlado para proyectos tecnológicos de innovación.

A fin de sobreponernos con fuerza de la crisis sociosanitaria, económica y social derivada de la pandemia del COVID 19 que estamos viviendo, la cual ha tenido un gran impacto en todos los segmentos de mercado, y en especial en la pequeña y mediana empresa, microempresa y start-ups, que han temido por su existencia, y en muchos casos han desaparecido, el entorno regulatorio necesita ser competitivo, efectivo, eficiente, coherente, predictible, innovador, sostenible, resiliente y honesto. Por ello necesitamos de evidencia testada que nos proteja como ciudadanos y como empresarios en un mercado único de capitalismo consciente.

El pasado 13 de noviembre se publicó en el BOE la Ley 7/2020 para la transformación digital del sistema Financiero, que tiene como objetivo garantizar que las autoridades financieras dispongan de instrumentos adecuados para seguir cumpliendo óptimamente con sus funciones en el nuevo contexto digital, y facilitar el proceso innovador a fin de lograr un desarrollo más equitativo mediante el mejor acceso a la financiación de los distintos sectores productivos y la captación de talento en un entorno tecnológico internacional altamente competitivo.

Como parte central de la Ley se regula el espacio controlado de pruebas o Regulatory Sandbox, el cual permite llevar a la práctica proyectos tecnológicos de innovación en el sistema financiero con pleno acomodo al marco legal y supervisor.

El acceso al espacio controlado de pruebas dentro de un proyecto piloto, no supondrá en ningún caso autorización para el ejercicio de una actividad reservada o para la prestación de servicios de carácter indefinido, debiéndose cumplir en cada caso con esta Ley y el correspondiente protocolo de pruebas.

Así, cualquier persona física o jurídica, entre las que se incluyen las empresas tecnológicas, las entidades financieras, los administradores de crédito, las asociaciones representativas de intereses, los centros público o privados de investigación y cualquier otro interesado, pueden acceder al espacio controlado de pruebas si disponen de un proyecto suficientemente avanzado para probarse, entendido como aquel prototipo que ofrezca una funcionalidad mínima para comprobar su utilidad, y permitir su viabilidad futura, así como aportar potencial utilidad o valor añadido sobre los usos ya existentes en, al menos, uno de los siguientes aspectos:

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