En el caso de que el patrimonio neto de una empresa —diferencia entre el activo y el pasivo— sea inferior a la mitad de la cifra de capital social, hablamos de patrimonio neto negativo.
Por ejemplo, sería el caso si el capital social aportado al constituirse la empresa es de 20 000 euros, llegado un momento el balance de la sociedad indica pérdidas por 12 000 euros y, por tanto, su patrimonio neto es de 8 000 euros.
Esto es considerado por la normativa societaria como un riesgo a la imposibilidad de atender las obligaciones de pago por parte de la empresa. En este caso, obligará a los socios y administradores a disolver la empresa, a no ser que se adopten unas medidas que puedan estabilizar de nuevo este patrimonio neto negativo.
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